Roque, historia de un “buscador”

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Roque es el paradigma del “buscador espiritual”,  un alma inquieta que ha transitado múltiples caminos buscando lo que hacemos todos consciente o inconscientemente, una razón para vivir y una explicación a este mundo inasible  que habitamos.  Su trayectoria es bastante representativa de la oferta actual del “mercado espiritual”  y por eso a través de su voz la trasladamos hoy aquí  por si su experiencia sirve de ayuda a los que se afanan en  encontrar respuestas y alivio a los  interrogantes que nos plantea la existencia.

 Pedro Puialto.  Santiago 8 de noviembre de 2017.   Roque Torres Moreira  (Porto do Son,  1953). Estudió magisterio en Santiago de Compostela,  ejerce de funcionario del Concello en donde nació y desde hace largos años da clases de yoga y meditación en Ribeira y en Noia.  Vive con su familia en una casa de campo e iniciamos este relato una soleada tarde sentados en una puerta lateral de la Capilla de la Atalaya, en O Son, frente al mar de Muros.  Después de esto continuamos  comunicándonos  y  asistí con gran placer a uno de los talleres de yoga y meditación que organiza de vez en cuando en una apacible casa en el mágico lugar de la Lagoa de Xuño.

Pronto se inició como “buscador” y a interesarse por la filosofía, la poesía y el mundo espiritual. Prematuramente rebotado de la tradición católica y de cierta política no encontraba lugar en el que aposentar su inquietud.  Insatisfacción, búsqueda, tratar de encontrar sentido a sí mismo y al mundo se convirtieron en una obsesión.  Todo un largo camino con duros desiertos y algún oasis, también algunos de ginebra y de otras hierbas. Un recorrido inacabable.  Esta es su voz:

Comienzo en el yoga

«Mi adolescencia y primera juventud pasó entre Santiago y Porto Son,  en esa época viajaba con cierta frecuencia en tren y en auto-stop por España.  Esos viajes  me daban sensación de libertad pero siempre regresaba al Son, necesitaba volver a la naturaleza.  Allí me sentaba sin ninguna clase de técnica en especial en las playas y en los montes, aun no sabía que eso se llamaba meditación, simplemente me sentaba a escuchar. Realmente no sabía lo que estaba haciendo, pero me fascinaba el silencio siempre presente en el  fondo de todas las cosas.

Un día encontré un  libro de yoga en Santiago y comencé a practicar por mi cuenta, hasta que años más tarde contacté con la escuela Sivananda de Vigo de Manuel Agulla,  “Mádhana”  (ver el post “Los Orígenes del Yoga en Galicia”  en este mismo blog).

Durante los curso 82 y 83 estuve trabajando en  Ribeira de profesor de EGB.  Fue al  terminar el contrato cuando me fui al curso de un mes de formación de yoga de Sivananda  en Valmorín  ( Montreal , Canadá )  en el año 84.  Lo impartía  Swami Vishnudevananda (1927-1993) uno de los discípulos directos de Swami Sivananda (1887-1963) y  que había sido comisionado  por el maestro para  introducir el yoga en Occidente, para lo que organizaba  estos cursos de formación de profesores desde el año 1969 en diferentes lugares del mundo.  En general  fue una experiencia interesante, un curso muy completo en cuanto a la filosofía del yoga y al conocimiento y práctica de las asanas.

Aprendí lo básico para poder seguir practicando por mi cuenta, pero al mismo tiempo quedé decepcionado porque   encontré mucho “devoto” dependiente de los maestros y dispuestos a tragar lo que le echaran.  Pensé que era salir de una iglesia para entrar en otra y eso no era lo que buscaba.

Después del curso me quedé unos días de retiro en los bosques de Canadá y antes de regresar pasé un mes  en New York, simplemente paseando asombrado por sus avenidas.  Estando en New York me comunicaron que iba a cobrar el paro. Era una experiencia nueva que prometía, así que me vine para Galicia dispuesto a vivir como “un rey” una temporadita. Me instalé en A Coruña y acabé viviendo durante unos meses en el centro Sivananda de Soma (ver también el post “Los Orígenes del Yoga en Galicia”  en este mismo blog ) dando clases como ayudante  para pagarme la estancia. Practicaba duro con la intención  de subir la kundalini hasta la coronilla.  Nadie sabía muy bien lo que era eso pero el Maestro y los libros decían que era la hostia y yo quería alcanzar esa experiencia. La verdad es que en esa época me atraía mucho realizar en mí la boda mística de Shiva y Shakti en el altar del Sahasrara. Siempre me pareció una simbología muy hermosa.

Aunque practicaba con fe no me sentía muy atraído por el ambiente “yóguico”,  no acababa de integrarme en su mundo. No sabía lo que buscaba, pero sabía que aquello no era. Tenía claro  que no quería parecerme al maestro y demás swamis. Agradeciendo al yoga todo lo que me aportó,  no me quedó otra que cambiar de aires.

RokePaseandoPolaPraiadasFurnasRoque paseando en la época por la playa das Furnas.

Poesía y otras hierbas

Realmente puedo decir que mi búsqueda empezó con la poesía;   leía y releía emocionado a Walt Whitman, Octavio Paz, Rilke, J.R.Jiménez, Robert Graves…,  creo que buscaba en la poesía  la belleza y  la esencia de las cosas. Y  a través de la poesía persa,  y especialmente de la de Omar Khayyam  y de Rumi, acabé ingresando en la la tariqa Naqshbandi  de una organización sufí. .   En  primavera y en  verano había reuniones en Arcos de la Frontera con gente de todo el mundo y el resto del año hacíamos trabajo individual y de grupo.  Era otro ambiente muy distinto al del Yoga. La gente parecía más natural, no eran abstemios ni renunciantes:  “Estar en el mundo sin ser del mundo” se decía, y a mí me gustaba ese concepto.

A pesar de eso al cabo de algún tiempo noté que me estaba estancando y fui perdiendo confianza en la organización. Volví a encontrarme con la misma  dependencia emocional y exaltación del gurú,  con la autoimportancia de pertenencia  al grupo,  el exotismo y la contradicción. Y a pesar de que estaba “enganchado” al Tratado de la Unidad  de ibn Arabí y a algunos textos de Henry Corbin, que leía por mi cuenta, decidí que aquello no era lo mío. Aún así la inercia y la esperanza me  mantuvieron  12 años en la Tradición Sufí.  Cuando lo dejé ya nunca más  volví  a pertenecer a ninguna otra organización.

casaXuñoLa primitiva casa de Xuño, hoy devenida en mansión

 La casa de Xuño

Desde los años ochenta tenía alquilada una casa cerca de la Lagoa de Sampedro y de la playa de las  Furnas con mi amigo Carlos Sánchez Pardo, más conocido como Carlos Montaña.

Yo necesitaba un lugar a donde regresar y esta casa era el lugar ideal.  En principio solo buscaba un sitio en la naturaleza porque el paisaje siempre me dio descanso, sentido de la belleza y me conectaba con ese algo que andaba buscando, pero aquel lugar pronto se convirtió en un punto de encuentro en donde se juntaba una mezcolanza de desencantados políticos, místicos de diferentes colores,  hippies, fumadores de marihuana etc., lo cual tampoco estuvo nada mal: buenos amigos, paseos por la playa de  As Furnas, meditación, fiestas… Por esos lares también montaría su tipi indio Ananda (ver el mismo post citado de este blog).   Allí conocí a una amiga que me puso en contacto con los yoguis de Vigo y con Soma de A Coruña.

La verdad es que guardo buenos recuerdos de esa casa y aunque siempre estaba de fondo la inquietud de la búsqueda yo no era un místico retirado.  Necesitaba el retiro pero también necesitaba el mundo con sus gozos y sus sombras. En aquellos años con frecuencia subía al monte por las tardes y volvía al anochecer dispuesto a buscar una mujer que llevarme a la boca.  (Risas )

RoqueyCarlosXuñoRoque y su amigo Carlos Montaña

Meditación y contemplación

Tras abandonar el  sufismo me sentí libre para proseguir mi camino de búsqueda guiado por mi sed interior.  Tenía confianza en mi instinto, pero había tantas opciones  que aún tenía que agotar algunas más. Así que poco después conecté con los meditadores  de Vipassana de la escuela de Goenka  .  Empecé haciendo meditaciones con amigos que trabajaban en esa escuela,  hasta que fui a hacer un curso de diez días al centro Dhamma Neru de Cataluña.  En general el curso me gustó: la experiencia del silencio, tratar de ser ecuánime durante tantas horas de quietud física, darse cuenta de cómo la mente multiplica ese sufrimiento, ser testigo de los patrones de pensamiento, contemplar la impermanencia… , todo eso me pareció muy interesante y muy útil y los pocos momentos de presencia tranquila y ecuánime muy reconfortantes.

¿Pero a dónde me llevaba esto? Ser guiado por  las grabaciones de los discursos de Goenka no me convenció nada de nada,  así como su proyecto de liberación.   La enseñanza de Goenka es la explicación y desarrollo práctico de las Cuatro Nobles Verdades según la tradición de una escuela birmana. Su esencia para salir del sufrimiento es permanecer consciente y ecuánime de forma continua sin generar nuevos sankaras y erradicando los viejos, ya sea caminando, sentado, trabajando, bebiendo, hablando… ¿y durmiendo? ¿Quién va a observar al soñador?  O sea, toda una vida (o miles) de guardia sin pestañear a la puerta de la generación de sensaciones. ¡Un camino imposible e interminable!

Me parece que va contra natura tener  que estar tanto tiempo sentado observando las sensaciones para, con un poco de suerte, renacer como monje y así tener más tiempo para más de lo  mismo hasta “destruir la casa”,  como si mal no recuerdo decía Goenka. No, no  era eso lo que buscaba. No obstante continué practicando durante un tiempo por mi cuenta y  en pequeños retiros de  fin de semana en Santiago y en el monasterio de Sobrado dos Monxes.

Por otra parte considero que su método es muy útil y práctico ,  y que puede ayudar a mantener la templanza y serenidad así como la atención y ecuanimidad en la vida cotidiana. Dar más amplitud  a ese tiempo de la reacción impulsiva. Esta meditación la incluyo como  práctica habitual en mis sesiones de yoga, aunque con menos tiempo y algo adaptada.

Aproximadamente por esa época comencé a leer a los clásicos del Zen: Hakuin, Huang Po, Seng-Tsan y compañía. Otra forma de entender la enseñanza del Budha.  Bellísimos desde el punto de vista  literario y muy inspiradores desde la perspectiva del buscador.

Un día surgió en mí una repentina atracción por la contemplación cristiana. Al principio me pareció muy extraño, ¿cómo puedo sentir esto si ya lo he dejado atrás?  Pero  fue muy interesante cómo se presentó esta atracción;   era como purificar y quemar los miedos infantiles de mi educación católica. Leía y releía con entusiasmo a San Juan de la Cruz, al Maestro Eckhart    y a La Nube del No Saber  y durante un par de años estuve practicando a diario la contemplación, especialmente el método de Oración Centrante  del Padre Keating.  Me atraía con fuerza el Silencio, entregarme a la Nube del No saber y en tinieblas ponerme al alcance del Espíritu.  Mirando hacia atrás me parece que este fue un buen trabajo, un trabajo de reconciliación con la tradición de mi infancia.

Esto me llevó a  los retiros de meditación de  Willigis Jäger en  Segovia,  en donde se hacía un trabajo de fusión entre el zen y el misticismo cristiano de San Juan de la Cruz y del Maestro Eckhart    . No estuvo mal y Willigis Jäger me pareció una persona honesta y respetable,  pero no me atrajo ni me convenció su trabajo.

Por esta época hubo un tiempo también para darle vueltas y más vueltas al Eneagrama, así  como para terapias alrededor de “La enfermedad como camino”. Un camino inacabable de ciegos guiando a otros ciegos.

UG y Nisargadatta

Guiado por mi instinto o dando palos de ciego buscando “mi camino”, fascinado por las preguntas “¿qué es lo que estoy buscando?”,   “¿existe realmente eso que busco?”, un día curioseando por internet sobre Jidu Krishnamurti, al que llevaba un tiempo leyendo con interés, me encontré con el Krishnamurti  “malo”, UG Krishnamurti.  :  ”No existe el ego, no existe el yo, no existe el espíritu, no existe el alma y no existe la mente . Esto elimina toda la lista y no hay forma de descubrir lo que queda” … Percibí tanta seguridad en sus palabras que me asusté. Leer esto  y escapar corriendo fue una misma cosa.  Yo aún tenía en mí el sabor del alma de la contemplación cristiana y este señor venía, así sin más,  a destruir mi casa.  Sentí que no era el momento, aún no estaba preparado para escucharlo. Después de un tiempo me volvería a encontrar con él, mejor dicho saldría yo a buscarlo.

Entonces tuve un descubrimiento importante, un enamoramiento: Sri Nisargadatta Maharaj    .  Me lo “presentó” una amiga totalmente alejada de los círculos de buscadores y comencé a leer los libros en los que se recogen sus charlas y conversaciones  

Me cautivó su enseñanza tan simple  (ya hacía tiempo que intuía que  lo auténtico tiene que ser simple), y creo que por primera vez sentí que la búsqueda era impersonal,  un sueño del ego, una historia del pensamiento, un sueño dentro del sueño. “Abandona todo lo que has leído y escuchado – decía –   y simplemente estabilízate en la  sensación de ser consciente. Deja que eso sea tu guía. Todo depende de la aparición de esa consciencia. Si esta consciencia está aquí, entonces también acontece la aparición del mundo. Si no hay ninguna consciencia, entonces no hay ningún mundo.”

Curiosamente concentrarte en esa Sensación de Ser es lo que aconseja el autor anónimo de la Nube del No Saber en su libro La Orientación Particular  .   Creo que me pasaba gran parte del día tratando de vivir en esta AUTOCONSCIENCIA.

En esta época lo expresé así:

¡Esta sensación de sentirse ser! 
¿Qué otra cosa ,qué otro pensamiento,
que otra sensación puede ser mas cierta?
Qué otra guía, que otro ángel, que otro amor 
puede ser más auténtico, más real?
¿Cómo puede ser saboreada la divinidad en su creación?
¿Cómo vamos a recibir a la madre de todas las cosas?

Este amor de ser
es el corazón de la compasión
el vientre de la misericordia.

El fondo de la mente.
Es el principio y el fin.
No hay a donde ir:
siempre es aquí,
siempre es ahora.

¿De qué preocuparse? 
¿Quién decide tomar un camino
o abandonarlo?,
¿Quien soy yo?,
¿Dónde estoy para hacer esto 
o dejarlo de hacer?.
Quién puede perder
o quién puede ganar
en cada decisión?

¡Cuanto tiempo!
cuantos años persiguiendo espejismos,
navegando a la deriva
entre el miedo y el deseo,
entre el sufrimiento y el placer.
Entre la baja y la alta autoestima,
temiendo a unos,
pisando a otros,
admirando y despreciando.
Construyendo una ilusión, 
una máscara con la que presentarme
ante mi mismo

y ante el mundo.

¡Cuánto trabajo!,

¡Cuánto sufrimiento!
¡Cuánto engaño
para descubrir

que no hay nadie,
solo la inmensa belleza del mar
susurrando cada día!.

Pedro Rodea y de nuevo UG

Mientras estaba inmerso en la enseñanza de Nisargadatta establecí contacto con Pedro Rodea .  Este hombre  es, en mi opinión, un gran investigador de la auto-indagación del ser. Escribió unos cuantos libros curiosos a base de “proposiciones”.  Durante un tiempo me sumergí en su enseñanza.  Nunca lo vi personalmente pero hablábamos por teléfono de vez en cuando.  Decía que cuando uno siente la angustia o el fuego el primer impulso es salir fuera a buscar alivio….pero ese fuego, ese Fuego es el Corazón, es la Luz para descubrir lo  que nunca ha faltado…que es nosotros mismos…nosotros mismos no faltamos nunca. Ese nosotros es la AUTOCONSCIENCIA o SENSACIÓN DE SER.

Su proposición:  “¿Cómo hago que yo estoy viviendo?”  es un auténtico koan. Me parece de lo más radical, de lo más potente para desenmascarar al engreído personaje que se cree el hacedor de su vida.  Esta proposición solo desaparece en el Silencio.

Desde hace un tiempo reconoce que su búsqueda se acabó.

En esa época sucedieron unas experiencias que intento expresar en el texto “La naturaleza del Satori” y,  fiel a “mi estilo”, abandoné a Pedro al que  sin embargo le estoy muy agradecido.

Fue después de estas experiencias cuando busqué de nuevo a UG.Krishnamurti .   (no confundir a éste con el más conocido Jiddu Krishnamurti).  Lo que él llama el estado natural resonaba en mi ser:  “Este “estado natural” no es tan sólo mi estado particular. Es vuestro estado natural también y no sólo el mío. No es el estado de un hombre que ha “realizado” a Dios; no es el estado de alguien auto-realizado. No es el estado de un hombre santo. Es el estado natural de cada uno de ustedes. Pero debido a que están pendientes de alguien más y a que están buscando alguna clase de liberación, es por lo que están perdidos.”

En este momento yo ya no buscaba más información para tratar de comprender más y más sino que  simplemente “sentía” de lo que estaba hablando UG.

Por supuesto que no estoy de acuerdo con todas sus opiniones, sin embargo fue lo único fresco y original que encontré entonces y  que aún vuelvo a releer alguna vez.

El final de la búsqueda

Estas experiencias marcaron un antes y un después. Ahora puedo interesarme por lo que realmente me gusta sin estar compelido a tener que saber más , sin sentir el apremio de  que debo de estar haciendo algo más “espiritual” para ver si me ilumino de una vez.   Y no es que ahora sepa mucho o poco, es que se fue la sed de saber y quedó la paz de “no saber”.

Antes yo vivía inmerso en la ansiedad de la pregunta  “¿Quién soy yo?”  y sus variantes. Ahora sigo sin saber, pero este “no saber” se convirtió en la certeza de que no hay nada que comprender a nivel del buscador.

Tampoco es que ya no sienta la atracción de lo Inefable, sino que sé que nunca puede ser experimentado por el conocimiento, por la consciencia, porque sucede al revés: es la consciencia la que “es vista” por lo Inefable. En realidad todos son conceptos, todo es mente.

A lo largo del camino, en ningún momento pretendí ser un yogui, o un sufí o un budista…Si tenía que serlo pues sí, pero no necesariamente, por lo que no me sentía incómodo cuando decidía cambiar el rumbo y navegar por otros mares.

Pienso que, en gran parte “los buscadores  espirituales” pertenecientes a una organización  están buscando el hogar en la Organización  y al padre  en la Autoridad del Gurú,  de ahí la dependencia emocional. La gran dificultad del buscador es que no está dispuesto a des-ilusionarse. La ilusión de la promesa de que un día en el futuro, en este mundo o en próximas reencarnaciones obtendrán lo que se les promete, es lo que les mantiene esperanzados, entretenidos y dependientes. Des-ilusionarse es salir de la ilusión, es acabar el juego, el final de la búsqueda.  Así lo escribí en su día:

“EL SABOR DE MÍ MISMO

No pretendo ser lo que otros fueron

Ni comprender lo que otros dicen que comprendieron.

¡Nadie sabe nada!

La tentación de convertirme en otro ya no está:

En la paz de mi propia ausencia

Aspiro mi perfume

Y encuentro el sabor de mí mismo.

El buscador espiritual vive con la inquietud de creer que le falta algo, y eso es como tener  una espina clavada en el culo. Una espina que no le permite parar y descansar en la paz inherente a su naturaleza.

Con esta espina clavada vive en un permanente estado de desasosiego, de llegar a ser eso que oyó, de llegar a ser eso que cree que tiene el maestro, ¡pero que nunca llega ni puede llegar! porque es como ese caballo que va persiguiendo una zanahoria atada a un palo que lleva  el jinete en la mano. Y lo curioso de la situación es que a pesar de la incomodidad que le produce esta espina realmente no quiere sacársela pues ya se volvió adicto a rascarse y a pesar del sufrimiento por el que pasa, a pesar del esfuerzo de las horas de sadhana*, está entretenido e identificado con el personaje “buscador espiritual”.

Pero puede ocurrir que llegue un momento en que el buscador se harte de rascar, que se canse de correr, o que simplemente tropiece y caiga, entonces puede ver la locura que perseguía.

La “búsqueda” es un asunto de intimidad. Y si algún método  puede haber sería  afinar la sinceridad. “¿qué es lo que estoy persiguiendo?”, “¿dónde nace esta inquietud?”,  “¿qué está siendo cierto ahora mismo?”  Para ello tiene que plantarse la autenticidad de su búsqueda, lo cual puede o no puede llevar a  dejar de pertenecer a lo que se está perteneciendo o dejar de practicar lo que se está practicando.

Por supuesto que solo estoy expresando mi opinión pues considero que cada uno tiene derecho a buscar lo que siente como una necesidad  y a seguir a quien quiera seguir, y nadie ajeno a uno mismo puede entrometerse.  En realidad nadie estamos haciendo nada.

 

RoqueXuñoOct2017Participantes en uno de los talleres de yoga y meditación que imparte Roque cerca de A Lagoa de Xuño

Profesor de  yoga

Entretejido en esta historia, a principios de los noventa y estando todavía en la Tradición sufí,  una profesora de un instituto de Ribeira me ofreció dar clases de yoga a los profesores del centro.  Yo ya había tenido allí un centro de yoga en los ochenta durante un par de años.  Aquellas clases empezaron a crecer y me llamaron de otros lugares por lo que  terminé retomando el yoga sin tenerlo previsto.

Entonces continué formándome para estar más preparado como profesor, asistiendo a cursos de distintas escuelas, especialmente a los del yoga de la energía de Pierre  Losa  . Actualmente doy  clases en Ribeira en la Asociación de Amas de  Casa y en una sala del Club Náutico.  También doy clases en Noia.

Mi interés en impartir estas  clases es ayudar a la gente a estar en  contacto con su “corporeidad”,  con su energía,  de manera que salgan de la abstracción, del miedo y de la preocupación a través de asumir lo que están sintiendo, lo que están percibiendo en el instante. La técnica al servicio del sentir, como diría Eric Baret.  Pero sin ningún reclamo, sin ninguna promesa de ningún tipo que los convierta en dependientes buscadores de un lejano horizonte.  En última instancia lo que todos deseamos es PAZ.

En las sesiones, aunque la base son las asanas de yoga,  incluyo técnicas de otras tradiciones  y sobre todo mi experiencia, lo que siento, lo que yo tengo integrado.  Es un yoga sencillo, técnicamente orientado al cuidado de la espalda y sin secretismos ni misticismos, partiendo siempre de la experiencia de la percepción física y energética del organismo.

Trato de hacerlo natural para que se pueda integrar fácilmente en lo cotidiano. Todo el mundo sabe lo que es una sensación, lo que es consciencia,  lo que es sentir, lo que es darse cuenta de la respiración sin necesidad de emplear palabras exóticas si no es necesario. De esta manera se  pueden incluir meditaciones profundas sin que el ego se entere de que está haciendo algo “muy profundo”. Procuro ser muy preciso con las palabras y las frases que utilizo para que las palabras lleven a la experiencia. También procuro aportar cierto sentido del humor para sacar gravedad y poder así practicar con una disposición suelta y alegre.
En resumen,  lo que me interesa es que los practicantes encuentren por si mimos la certeza de los beneficios del yoga, no porque lo digan unos libros, los cuales por cierto a veces exageran un poco para vender el producto, ni tampoco porque lo diga este maestro o este instructor, sino porque ellos lo están experimentando. Así no se confunden hablando de lo que oyen sino de lo que saben por sí mismos.

Básicamente la gente viene a las clases a “parar”, a  sentirse, a encontrar un poco de paz, a disfrutar de un tiempo para si mismas.  Si veo que alguien tiene más interés por indagar en los yogas entonces  las oriento lo mejor que puedo.

Para ilustrar lo que siento, aquí va esto que escribí en su día:

La naturaleza del Satori  

En esta larga noche

El sonido del agua

Dice lo que pienso.

                                     Gochiku

Creo que iba obsesionado y agotado con “mi búsqueda espiritual” aquella mañana paseando por un bosque cuando,  repentinamente desaparecieron los pensamientos (esto lo supe más tarde),  y solo quedó un estado de  energía puramente “animal”: frescura, originalidad, vitalidad, fuerza, pureza,  y sobretodo ausencia de «yo”. Esta consciencia apareció inesperadamente como un relámpago, y apareció con una rotundidad y una veracidad totalmente clara e indiscutible: “la evidencia física y vital de que “yo” no existo. No eran ideas de nadie, era una certeza que venía de “adentro” que no requería ninguna confirmación externa.

Me quedé como quien despierta y tiene la seguridad de que toda esa historia de anoche fue un sueño.

Esta ausencia de «mi mismo» fue lo más sorprendente: ¿Cómo era posible que “yo” no existiera?

Lo más curioso fue la comprensión de que realmente nunca había existido: Roque nunca existió.  ¿Cómo no lo ví hasta ahora? Estaba tan sorprendido por esta obviedad que me pareció una broma. ¿Cómo era posible haber estado tanto tiempo fascinado por esa idea de yo?

Como un torrente se desbordaba la comprensión: No es que yo no existiera es que nadie existía ni existió nunca. Nadie había nacido y nadie iba a morir. La idea de un “yo” era solo una alucinación compartida que no existía en realidad. ¡Y sobre esta alucinación compartida estaba construido todo el edificio de la espiritualidad!.

Esta comprensión no tenía que ver con la comprensión intelectual de “comprendo que el yo es una ilusión”. No, esta evidencia tenía un carácter energético y un sabor fresco, vital e indiscutible. Era la vida consciente de sí misma, un lugar jamás tocado por mi mente.

  Solo había este organismo, pleno de vivacidad y consciente. Todo estaba ocurriendo a nadie. “Yo” era solo era una ilusión, ¡qué des-engaño!, ¡qué des-ilusión tan completa!

Al no haber contenido psicológico, la idea que tenía de mí era la de ser un “organismo sentidor” por el que la Vida se estaba expresando de esa manera particular. La experiencia mística comparada con la pureza de esta consciencia resultaba impura, tocada por el pensamiento.

No había visiones beatíficas, no había amor hacia ningún dios, diosa o personaje de ninguna religión, no había ninguna experiencia oída, no había contemplación de nada, solo había consciencia pura. Creo que puedo decir: la consciencia del organismo libre de la psique. Así es como puedo imaginar la experiencia de Adán antes de ser expulsado del paraíso: inocencia y pureza.

Fue como caer del caballo, o como haber estado todo el tiempo caminando con una maleta en cada mano, y de pronto surge la ocurrencia de apoyarlas en el suelo y se comprende que no hay ni hubo tales maletas. Solo llevaba los puños apretados.¡ qué sorpresa! ¡qué liberación! ¡qué tontería!

Aunque esta experiencia me dejó “tocado”,  aparentemente todo siguió más o menos como siempre, y algunos meses más tarde, estando en el trabajo a primera hora de la mañana haciendo una fotocopia, tranquilo y pasmado mirando a la ventana, inesperadamente sucedió que, es una forma de expresarlo: el cuerpo, la energía física estaba separada del pensamiento. La vitalidad del organismo estaba aquí de pie y el pensamiento en cambio se movía en paralelo a este organismo.

Otra vez la energía vital libre del pensamiento, ¡la vida tocada en un punto tan vivo, tan fresco, tan original.!

Esta vez la certeza que apareció fue diferente, y el primer pensamiento que recuerdo fue: (te lo digo como me salió) ¡hostiá, todo es falso, todo lo que oí, leí, me contaron, todo es falso sin excepción! Esta certeza no necesitaba ser reflexionada ni la confirmación de ninguna autoridad externa. Era tan evidente que solo hay vitalidad, solo el funcionamiento del organismo no separado de la vida misma, y el pensamiento era algo sobreimpuesto a esta frescura. Realmente fue una sorpresa, y la verdad, es que esto no estaba en el guión de la búsqueda. Nunca se me hubiera ocurrido. ¡Con esto sí que no contaba! Y me sentí ¡tan corriente, tan normal, tan natural!

Esto tiró por los suelos la esperanza de que el pensamiento podría llevarme a la iluminación (ya lo sabía de boquilla, pero ahora era una certeza), y el concepto de iluminación y todos los que le acompañan se esfumaron. Todas las palabras que fueron escuchadas no contenían nada real, nada vital, nada originalmente inherente a mi naturaleza. Esto incluía a todo: grandes textos antiguos, las palabras de Nisargadatta, los textos y charlas con Pedro, (en esta época tenía conversaciones telefónicas con Pedro Rodea), creencias, y no digamos mis propias ideas e inquietudes.

Porque… ¿Qué hay que realizar? Si la realidad última, la verdad, lo absoluto, el ser y el no-ser, lo permanente y lo eterno son una invención del pensar,  ¡qué más da lo que busque!, cualquier cosa que busque: la paz, el amor, la iluminación…todo me aleja, todo son ideas de un mismo deseo, de un mismo querer: el deseo de un yo que quiere continuar, que quiere librarse de la incomodidad del sufrimiento y ser feliz para siempre. O sea puro yo-ísmo nutriéndose de la esperanza de que un día sucederá.  

Esta comprensión fue tan clara y tan rotunda que desde ese momento perdí el interés por todo bla bla bla, y de toda lectura “espiritual”. Todo tenía un sabor “caducado”, artificial, de falta de frescura y de autenticidad.  Al cabo de unos días resonaba en mí lo poco que había leído de  UG:”… tiene usted que tocar la vida en un punto donde nadie lo haya tocado antes. Nadie puede enseñarle a eso. Mientras siga repitiendo lo que otros han dicho, está usted perdido”.

A lo que él se refería era totalmente distinto de lo que cualquier gurú tradicional o moderno se refiere. Quizá  se adivine lo mismo en los textos de Huan Po,  Ikkyu … , pero, no sé, quedan demasiado lejos, ya son traducciones de traducciones: “¿Queréis saber a qué se parecían los grandes maestros? No tenían nada que no tengáis vosotros. Si intuís esto, no hay diferencia entre vosotros y esos viejos maestros. Si deseáis pareceros a ellos, dejad entonces de imitarlos….” (Lin-Chi) 

Realmente es tan personal que se vuelve incomunicable. Porque un satori nunca es lo que imaginamos, lo que esperamos por mucho que hayamos oído hablar de él. Con la información que tenemos del satori nos formamos una idea, y, precisamente esta idea se vuelve un obstáculo. Entre las ideas más comunes que nos formamos del satori es que es una experiencia de tipo “espiritual”.

Pero  nunca se parece a esto ni a aquello, y es así porque es imposible compararlo con cualquier experiencia dentro de lo conocido, por eso se hace imposible re-conocerlo.

No es una idea que se comprende o que se adquiere con la comprensión de información, el satori es energía despierta, energía nunca antes tocada por la consciencia. Por ello cabe la posibilidad de que  pueda afectar a la fisiología corporal.

No se puede llegar a él a través de la adquisición de  conocimiento, o de una técnica, no hay camino que conduzca a el: es un rayo que te cae encima y te fulmina estés caminando o estés sentado, o incluso bebiendo un gintonic. . Entonces, en esa frescura,  tiramos a todos los maestros y su sabiduría por la borda, y en la pobreza de solo sé que no sé nada ya no seguimos sino al  viento: si encuentras a Buda mátalo, se dice en el zen, quizá también se refiera a esto.

Pero matar a Buda no es ninguna broma. Cuestionar a la autoridad no es nada fácil ¿quién soy yo para atreverme a tirar del altar al reconocido sabio?, ¿es que soy un engreído, o es que soy un ignorante que no comprendo?

Cuando la conciencia aparece en su pureza, entonces ya no eres ni creyente ni ateo, lo que queda se expresa a su manera, y nunca sabré lo que es, porque lo que es es aquello que no se puede decir, y lo que se puede decir-como dijo Lao Tzu- no es el verdadero tao.

 «Este camino

ya nadie lo recorre.

Salvo el crepúsculo»         

Basho

 No se puede explicar en palabras, es como  aquel mondo (intercambio entre un discípulo y su maestro) zen:

«¿Existe el Ser?

Si dices: Sí, existe.

Yo te digo muéstramelo entonces.

Si dices: No, no existe.

 Te digo, ¿qué es entonces lo que está escuchando estas palabras?

Dando una golpe en la mesa, -Despierta! el tao está justo delante de tus narices!»

Así que, reconociendo la imposibilidad de compartirlo o explicarlo en palabras, recurro a aquel viejo haikú:

«En el viejo estanque

Salta una rana

¡plop!

                                                  Basho»

“En el viejo estanque salta una rana” es la idea, es el pensamiento, es todo el rollo que escribí.

¡Plop! es el hecho no pensado, es la realidad.

¡Pplop!

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1.Podemos definir Satori, dentro del contexto zen, como esa experiencia repentina y abrumadora, y completa en si misma

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LOS ORÍGENES DEL YOGA EN GALICIA Y SU ACTUALIDAD EN SANTIAGO (1. Los orígenes)

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Foto de los participantes de uno de los dos cursos internacionales de yoga impartido por Swami  Vishnudevananda  y organizado por Manuel Agulla en Baiona los años 1985 y 1986.  Con ellos Galicia apareció por primera vez en el mapa mundial del yoga.

Este trabajo tiene dos partes que debido a su gran extensión publicaremos independientemente.  Hoy colgamos la primera,  sobre los orígenes del yoga en Santiago y en Galicia.   Dentro de unos días publicaremos la segunda,  sobre la actualidad del yoga y su oferta en Compostela y en donde a medida que pasamos revista a los diferentes centros completamos los apuntes históricos al referirnos a cada uno. 

Pedro Puialto.  Santiago, 7 de julio de 2017.    Soy practicante de yoga y la idea surgió cuando se fue la profesora del centro al que asistía  y  al que ya con otra mentora continúo yendo.  La oferta se había multiplicado desde mis inicios, hace más de 20 años, y decidí asistir a clases de prueba para ver cómo estaba el panorama y de paso orientar a los cada vez más numerosos interesados.  A medida que lo iba haciendo, para aportar al trabajo algo más de consistencia decidí contextualizarlo indagando sobre los orígenes del yoga en Santiago y, ya puestos,  en Galicia.

Medodología.  La parte que hoy publicamos sobre apuntes históricos  fue bastante laboriosa pues los inicios del yoga aquí se remontan a más de 40 años y la documentación al respecto es prácticamente nula, por lo que todo se basa en testimonios que buenamente he ido recogiendo y contrastando aunque muchas veces son contradictorios y vagos.  Recibí una cariñosa  acogida por casi todos a los que me dirigí y solo hubo una persona que no quiso salir en este trabajo, trabajo que no tiene más pretensiones que abordar lo que aquí se trata de forma periodística  y ligera.   Por eso, si alguien puede aportar algo al respecto se agradece y más lo agradecerán futuros investigadores que quieran trabajar sobre el tema pues, como queda dicho, apenas hay documentación.  Sobre esto me viene a la mente una novela recién publicada y que  me gustó mucho:   Historia de la Literatura Universal”  de Sabino Méndez.  Es una  novela de las llamadas generacionales en la que se describe la movida madrileña trufándola de cientos de citas literarias armónicamente integradas en el texto.  En su presentación, hace un par de meses, Sabino Méndez dijo lo siguiente:   “Creo que los novelistas han prestado poca atención a los hippies españoles y aún menos a los freaks.  Hay mucho libro donde aparecen los progres pero, en lo que respecta a movimientos juveniles, el foco pasó enseguida a los punks.”  Eso me hizo pensar en qué bonito sería novelar la historia aquí de ese mundo hippie,  alternativo y demás que, junto con otros,  fue uno de los sustratos en el que de alguna manera surgió el yoga en los sesenta y setenta.  A ver si alguien recoge el guante.   Por mi parte, y dado que el material que recogí fue nutrido, espero continuar este doble post con monografías sobre personajes y temas que no hubo más remedio que aparcar momentáneamente.

Los orígenes en Galicia. 

En Galicia, como en muchas otras partes,   el yoga estructurado comenzó con sendos centros Sivananda,  en Vigo y en A Coruña.  Aquí se recogen entrevistas con los fundadores de estos centros y con algunos significados precursores.  Seguramente habrá otros de los que poco a poco espero ir sabiendo.

VIGO

– Centro Sananda;  Centro de Yoga Sivananda de Vigo.   El primer Centro de Yoga de Galicia  http://www.yogasananda.com/    Rúa Progreso nº 22, 3ºA Vigo 36202.  T/ 986 227 321  info@yogasananda.com.    Director Manuel Agulla Castro, “Mádhana” (Vigo 1947).

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Manuel  Agulla «Mádhana» en su despacho del centro Sananda de Vigo  

El más antiguo de Galicia y uno de los más veteranos de España.  Cumplió 40 años el pasado mes de abril.  Fue fundado por Manuel Agulla Castro, Mádhana, en abril de 1977 y continúa en activo.  También contribuyó a la fundación en Madrid de uno de los centros de referencia allí,  el Yoga Center,   en la calle Serrano,  a cuyo frente está su hermana  Gauri Agulla Castro, directora y profesora, y su cuñado Westley Eckhardt , también director y profesor y descendiente de la saga de místicos alemanes del mismo célebre nombre.  Desde el 2009 publican en las webs de los respectivos centros un blog    muy completo  y didáctico.

Charlamos con Mádhana  en su centro de Vigo, en un pequeño despacho atiborrado de fotos y recuerdos yóguicos.   El centro Sananda está situado en un piso de la popular calle Progreso y rezuma solera.   Para Mádhana el auge actual del yoga y su mayor relevancia en Occidente que en la misma India es  un ejemplo de ese mundo al revés que caracteriza a nuestra época.  “Si –nos dice-, recibimos el yoga en Occidente hace relativamente poco y ahora somos nosotros quienes vamos a dar clases allí.”   Este fenómeno lo explica así en su blog:

“Yoga y el efecto pizza.

En su origen, la pizza en Italia no gozaba de gran acogida, pero con el tiempo, al ser tan valorada sobre todo en EE. UU., retornó transformada a Italia con un reconocimiento y vigor indiscutible.

Con el Yoga ha ocurrido algo similar.  Aun cuando su origen es la India, muy pocas personas le prestaban atención y valoraban sus métodos. Bastó que en Occidente en estos últimos años se generase un enorme interés por sus métodos para que en la India se procurase su recuperación dándole un valor que antes no poseía.

No cabe duda, que el primer ministro Narendra Modi  al recuperar esta tradición para su país e implantar el día Internacional del Yoga (se celebra a instancias de la ONU el 21 de junio) en todo el mundo, los ojos miran de nuevo a la India pero con un yoga ya transformado en Occidente.”

Cuando Vigo fue capital mundial del yoga

Además de ser pionero en Galicia y uno de los primeros de España, Mádhana puso a Galicia en el mapa del yoga mundial al organizar en el año 85 y 86 dos cursos internacionales de yoga del método de Swami  Sivananda , autor de una copiosa bibliografía de divulgación    desde su ashram  “La Sociedad para la Vida Divina”  en Rishikesh y promoviendo el llamado yoga de la síntesis que fue la base en la que se inspiró todo el que ahora se practica en Occidente.   Aunque Sivananda  nunca viajó a Occidente para su misión de apostolado envió a su principal discípulo, Swami  Vishnudevananda    para propagar el saber yóguico en el mundo occidental.  Tras su llegada a California en el año 1957 Swami  Vishnudevananda  comenzó a impartir cursos de formación de profesores que se iniciaron en los Estados Unidos y luego se fueron dando  en otras partes  como Las Bahamas o Canadá.   Mádhana consiguió que se hicieran en Vigo en septiembre del 85 y en el mismo mes del año siguiente.  Los cursos, con participación en cada uno de más de 300 personas provenientes de todo el mundo, tuvieron lugar en el camping de la playa de A Ladeira de Baiona.

-¿Cómo tuviste la ocurrencia de organizar estos cursos internacionales en un sitio tan periférico y a la sazón poco yóguico como Galicia ?

Me pareció “cósmicamente interesante”.  Pude traer a la élite del mundo del yoga y en su momento Vigo se convirtió en el centro mundial del yoga. 

-¿En qué consistían?

El curso estaba diseñado y dirigido por  Swami  Vishnudevananda.  Durante un mes y desde las seis de la mañana los alumnos practicaban ashanas y meditación y asistían a charlas sobre como aprender y enseñar.  Los más de 300 participantes se alojaban en tiendas y ruloutes en el camping.

-¿De dónde eran los participantes?

De todas partes;  de Europa, de América, de África, Asia, Oriente Medio…    En las clases se manejaban cuatro lenguas:  inglés, francés, español y alemán.

-¿Qué supusieron estos cursos?

Supusieron un punto de inflexión  e inspiraron a mucha gente aquí, en Madrid y en otros muchos lugares.

Educación anglosajona

-¿Cómo surgió tu vinculación e interés por el yoga?

Fui a estudiar a Inglaterra.  Mi formación es anglosajona.  Estudié en distintas universidades británicas y de Estados Unidos literatura inglesa, filosofía, neurociencia, etc.  Tenía una sensación de inquietud, de que lo que la vida ofrece no es suficiente. 

-¿Tenías ya alguna inquietud espiritual en tu casa o en tus primeros años?

No, estudié en los Salesianos de Vigo pero mis padres no eran religiosos. 

-¿Qué te pasó entonces en Inglaterra?

Tuve una vida fascinante y allí, como antigua metrópoli, contacté con las culturas asiáticas, sobre todo de la India.  La vida te va llevando, se mueve en círculos, percibes un vacío que nada puede llenar.  Indagando en tu interior y con la práctica y las experiencias que vas teniendo se genera una motivación que va más allá de lo cotidiano.  Viajé por todas partes, además de por la India, y en aquellos años sesenta y setenta contacté con lo más granado de ese mundo espiritual que me atraía cada vez más.

-¿Por qué volviste a Galicia?

Por la familia, pero aunque monté aquí mi centro y mi base continué y continúo viajando e indagando. 

-¿Cómo fueron los inicios?

Desde el principio tuvimos mucha gente aunque en un primer momento fue difícil entrar en un tejido ajeno a la realidad que existía.  Era otra forma de concebir la vida y por eso hubo alguna gente en contra que no aceptaba que la vida es múltiple.  Pero nada importante. 

-¿Y después?

Pasaron miles de personas por el centro y por los numerosos cursos que organizábamos y seguimos organizando en todas partes.  Dábamos conferencias, cursos, talleres, explicaciones sobre filosofía y salud y las posibilidades del yoga como recurso de bienestar.  Nos implicamos en la sociedad para exponer los efectos positivos del yoga tanto a nivel físico como síquico.

-¿Qué hay del Yoga Center de Madrid que dirigen tu hermana y tu cuñado?

Tenemos una estrecha colaboración.  Mi hermana Gauri vivía en un ashram de Las Bahamas y en los años noventa decidió instalarse en Madrid con su esposo Westley Eckhardt.  Hoy en día, el Yoga Center es un referente mundial.  

-¿Qué diferencia a los distintos tipos de yoga?

Las cosas evolucionan, pero el clásico original sigue ahí.  Los diferentes tipos no son sino secuencias de posturas que se llaman de una u otra forma según se contextualicen. 

El yoga, filosofía de vida

-¿Cómo ves la práctica actual?

El yoga es una de las muchísimas ramificaciones del hinduismo.  Yo estudié en la India y aquí veo una gran carencia de profundidad.  No se ahonda.  El yoga no son solo las asanas,  las posturas .  El yoga tiene mayor amplitud.  Una tarea a asumir es corregir la confusión que tiene la gente sobre lo que es el yoga, haciéndolo por la vía de la fusión del saber y de la práctica.  Veo que en la actualidad hay una gran superficialidad, no solo en esto.  Todo se basa en la inmediatez.  Uno se siente apremiado, tiene un deseo y ya hay un anhelo de cumplirlo cuanto antes.  Hay poco conocimiento.

-¿Consideras necesaria la indagación intelectual?

Hoy en día en las grandes universidades del mundo hay departamentos de filosofía hindú.    Pero los grandes estudiosos del yoga en Occidente no son solo académicos sino que practican yoga y meditación,  lo que resulta una buena combinación junto con el estudio de las religiones comparadas.

-Algún libro que recomiendes para los que quieran iniciarse en el tema.

El autodidactismo es malo.  Necesitas a alguien que te instruya, el guru, el que te enseña el camino hacia la liberación.  Pero esto dicho, libros de divulgación no hay muchos buenos.  La mayoría son malas traducciones.  Destacaría algunos de Ramiro Calle, del Dr. Miguel Fraile o del filósofo Vicente Merlo.  El clásico de Danilo es instructivo. 

-A estas alturas, ¿qué conclusiones has sacado?

Disfruto mucho observando al ser humano, me doy cuenta de su ignorancia.  Por eso el yoga como ciencia de la vida que es propone el desarrollo de la inteligencia para conseguir la transformación.   Se trata de descubrir el Yo, de despertar la energía favoreciendo ese despertar.

Sobre todo esto,  Mádhana  y su  amigo Ramiro Calle, otro de los pioneros españoles, mantuvieron esta charla.

 

 A CORUÑA

Coincidí con la ya retirada profesora de yoga María Luisa Ferreiro Garrido  en un curso de diez días de Vipassana  en Candeleda, Ávila, en la primera mitad del mes de mayo.  Ahora vive retirada en el campo en la zona de Cambre.   Fue profesora de yoga en A Coruña desde el año 88 hasta el 2014,  26 años de trayectoria;  primero según el método Sivananda y luego, como muchos, evolucionó hacia el Iyengar.    Daba clase en el Centro Fonseca,  una institución que tienen los jesuitas en la ciudad,  así como en otro de la calle Pondal,  también de A Coruña.  Me puso sobre la pista del origen del yoga en su ciudad contándome que ella se inició en el yoga recibiendo clases que daba en un gimnasio de la calle Juan Flórez  Fernando Estévez Gago, un fotógrafo que tenía un  estudio del mismo nombre y que  aún continúa ejerciendo de profesor de yoga.  Posteriormente fue discípula de Soma, que fundó el primer Centro Sivananda de A Coruña.   Siguiendo sus informaciones contactamos con estos pioneros.

Fernando Estévez Gago, el precursor

Nació en A Coruña en 1945.  Era fotógrafo y trabajó en el estudio de fotografía familiar Foto Gago, en 4 Caminos,  hasta que se jubiló.  Empezó practicando  karate y a través el karate se interesó por el yoga:  “Comparten la misma filosofía, aunque a alguna gente les pueda parecer que no”- nos dice.  Se formó en plan autodidacta leyendo y acudiendo a sesiones  en el centro Sivananda de Madrid a donde iba exprofeso.  El director era Swami Sivajyotir Mayananda, al que trajo a Coruña en el año 1977 a impartir un curso intensivo de iniciación al Yoga del 7 al 11 de septiembre  de ese año.  El curso tuvo lugar en las instalaciones del  Club de Mar de San Amaro y estuvo organizado por Fernando con la colaboración del Club de Mar y de la Caja de Ahorros de La Coruña y Lugo.  Se anunció como “Primer Cursillo intensivo de yoga que se organiza en esta Capital.  Dirigido por Swami Sivajyotir, fundador de la Asociación de Yoga Sivananda, fundador y director de la primera revista de Yoga Sivandnda, considerado como una de las mayores figuras del yoga en nuestra patria”.  También hubo conferencia sobre yoga en la Caja de Ahorros de Ronda de Nelle.

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Cartel anunciando el curso intensivo que dio en Coruña el director del Centro Sivananda de Madrid organizado por Fernando Estévez 

De las artes marciales al baile

Fernando empezó a dar clases de yoga en el 75 en el Judo Club Coruña, en el mismo gimnasio en donde practicaba karate.  Estuvo año y pico hasta que pasó al centro de ballet Arabesque, en Juan Flórez, que ya no existe.  Estuvo dos o tres años y se fue al centro Fonseca, de los jesuitas, en el que estuvo unos 18 años.  Por último se trasladó  a los Capuchinos en donde continúa ahora dando clases desde hace 20 años.  Así,  Fernando enmarcó sus enseñanzas en tres de los bloques de los que puede decirse que surge  afinidad por el yoga:   las artes marciales, la danza y la religión.

El yoga que imparte tiene su base en la escuela Sivananda.  A partir de ahí fue desarrollando su propio método incorporando técnicas de las artes marciales y diferentes tipos de estiramientos.  Comienza siempre con Saludos al Sol y luego continúa con ejercicios de fortalecimiento muscular sin aparatos.  Después ya viene  el repertorio tradicional de asanas y tras variados ejercicios respiratorios de pranayama y  de ojos termina con una relajación final.

Desarrolló su sistema a través de su propia experiencia y de  la de otra  gente al ver que al yoga le faltaba un poco de adaptación a la mentalidad occidental, básicamente el aportar algo más a la parte física y estimulante.

Cuando empezó en A Coruña no había nada:  “Nadie conocía el yoga y pensaban en el judo por la similitud de las palabras.  También imaginaban que si era una secta o una cosa rara.  Y hoy, tan poco tiempo después, es algo mundialmente divulgado.”  De sus comienzos recuerda que empezó a  tener bastante gente cuando pasó a la escuela de baile Arabesque,  porque el local era más adecuado “ya que el anterior era un gimnasio de artes marciales y las paredes recogen las vibraciones de lo que allí se hace” -apunta.  Y continúa:  “Cuando los bailarines se enteraron de que daba yoga me llamaron.  En el ballet se practica mucho la concentración, como en el yoga, y ahí empezó a popularizarse”.     Ahora sigue teniendo alumnos de siempre.    Recuerda que ya cuando estaba en los jesuitas se disparó el interés.    Y resume lapidariamente su filosofía al respecto:   “Yo intento transmitir mi interior, mis sentimientos,  enviar  a los alumnos   sensaciones  profundas. “  Seguro que lo consigue, no en vano continúa en activo  ya metido en la setentena.

 

Soma

«Soma», aún en activo y fundador del centro Sivananda de A Coruña

-Jesús Díaz “Soma”, fundador del primer centro Sivananda de Coruña.  Nació en Bóveda (Lugo)  en 1947 y vivía  en Madrid.  Era delineante proyectista y trabajó en una empresa pública durante diez años.  Empezó a practicar yoga en el centro Sivananda  de Madrid .    Hizo cursos de formación Sivananda en Canadá; el primero  en julio de 1976 y el segundo en el 84.  Descubrió su vocación  y comenzó a dar clases en Madrid durante unos tres años,  en el Centro de Yoga Sivananda en donde había comenzado su práctica y después en dos colegios mayores de la universidad, en un par de gimnasios, en una asociación de vecinos y en una iglesia. Luego vino a Coruña.   Dejó la empresa y el director del Centro Sivananda de Madrid, Swami Sivayotir, le dijo que había oportunidad de abrir un centro en A Coruña o en Santander porque en esas ciudades había movimiento y poca oferta.  Soma pensó que mejor sería en A Coruña porque en Santander ya había un  centro.  Al llegar  a Galicia contactó con María Luisa Ferreiro y su grupo que  le dejaron una casa en el campo para instalarse mientras no abría el local pues ellas ya se habían interesado en que se abriera un centro Sivananda en la ciudad tras asistir a un curso de fin de semana que organizó en A Toxa  Mádhana,   el titular del centro de Vigo.    Soma  inauguró el suyo como centro Sivananda sobre el año 78 o 79 y lo mantuvo  durante cinco años.  Luego, por desavenencias con la manera de llevar las cosas de algunos de la organización Sivananda  lo cerró y abrió otro durante otros cinco años con el nombre de Centro de Yoga Ananda.  Después de esos diez años como profesor de yoga se retiró a vivir al campo 4 o 5  años, tras lo que volvió a dar clases en A Coruña en una Asociación de Vecinos durante otros 15 años.  De nuevo se retiró en  2008 pero volvió hace poco a impartir yoga  en una pequeña sala de una  tienda de bisutería y piedras que se llama Mos  y que es de una  antigua alumna  que se lo pidió.  Practica meditación Vipassana.

 

SANTIAGO DE COMPOSTELA

-Una precursora, Elsa Pagano

Aunque en Santiago no se desarrollaría la práctica del yoga hasta más tarde que en Vigo y en Coruña, ni habría un centro como tal hasta hace relativamente poco,  sí hubo una precursora, Elsa Pagano,  que incluso podría considerarse la pionera de Galicia ya que inició aquí sus clases en 1974.   En la actualidad, “con una salud perfecta” –nos dice- y todavía en activo a sus 83 años, aunque ahora solo dando clases individualizadas “cada persona es un mundo” –afirma-  mantuvimos  a lo largo de más de cuatro horas  una densa charla en su casa de Santiago el 21 de junio, precisamente el Día Internacional del Yoga que se ha hecho coincidir con el solsticio de verano.   Transcribir  aunque sea lo principal de esa charla sería excesivo para la pretensión de este trabajo, por lo que quedamos emplazados para profundizar en lo tratado y dedicarle un trabajo monográfico que creemos puede ser de gran interés.   Así pues,  aquí solo unos ligeros apuntes para enmarcar su aportación a los orígenes del yoga en Compostela.

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Elsa Pagano continúa impartiendo clases a sus 83 años 

Iniciada en la sociedad Teosófica

Elsa nació en Buenos Aires el 28 de enero de 1934 y llegó a Santiago en 1973.    Sentada al pie de los retratos de sus maestros actuales,  rememora su historia mirándome con unos expresivos ojos que reflejan un calidoscópico y arcano mundo interior y una sorprendente energía.  Su padre era argentino de origen italiano y su madre argentina con ancestros portugueses.  Nada que ver con Galicia. Tuvo una educación exquisita a base de idiomas, filosofía, música, danza, teatro, etc.  El origen de su dedicación al yoga vino por la vía teosófica, iniciándose de niña  en la sabiduría oculta de Madame Blawatsky.   por medio de unas amigas de su madre que la reconocieron como “índigo cristal”    y predestinada por la misión Rama (no confundir con la Rahma de Perú)  a ayudar al perfeccionamiento humano según los designios de los Hermanos Mayores.    Elsa se recuerda ya al poco de nacer como vidente y sonámbula, con fuertes manifestaciones parasicológicas y vestigios de vidas anteriores.  Igualmente, cuando empezó a hablar lo hizo sobre Dios y recuerda poderosas visiones que durante su infancia tenía en sueños.  En su familia había de todo:  rosacruces, teósofos, católicos y muchos hacían yoga.  Su padre era librepensador y su madre muy espiritual y aunque no eran practicantes la educaron en la religión católica.  Su abuela paterna hacía kriya yoga  por lo que la pequeña Elsa pudo desarrollar sus precoces aptitudes en un óptimo caldo de cultivo.

Con 9 años se produjo su apertura:   se integró en la Sociedad Teosófica   y empezó a practicar yoga, además de estudiar música y ballet entre otras cosas.

Diez años en Cuba

A los 18 años tuvo un primer matrimonio que no cuajó y tras separarse a los 22 años comenzó su andadura profesional en Buenos Aires como bailarina de ballet mientras se seguía formando.  Tras unas curiosas vicisitudes se fue de gira por Latinoamérica con el grupo del que formaba parte y así llegaron a Cuba en noviembre del año 58, justo un mes antes de que los barbudos de Fidel culminaran  la Revolución desde Sierra Maestra.    Aunque en Cuba se acababa la gira, el manager de su grupo organizó su continuación en Méjico pero ella no quiso ir.  Se quedó trabajando en Cuba y asistió a la entrada de Fidel Castro en La Habana el 1 de enero de 1959.  Luego conocería personalmente al Che e  intimaría sobre todo con su hermana y con su primera mujer, la peruana Hilda Gadea.  En Cuba trabajó como primera bailarina solista del Ballet Nacional de Cuba con su  -dice Elsa  con admiración – “ primerísima y única bailarina Alicia Alonso”,  se casó con un colega cubano y dio clases de expresión corporal y yoga en el Teatro Martí.

Al cabo de diez años remató su estancia:   su marido había desertado estando en Francia de gira con el ballet cubano y acabaría viviendo en Estados Unidos, junto con el hijo de ambos.  También la habían propuesto como directora de un grupo de danza contemporánea en Santiago de Cuba, pero el nombramiento no cuajó al no querer afiliarse al partido comunista;  por todo esto decidió dejar el país.  A pesar de ello, Elsa defiende a Cuba y los logros de la Revolución y allí volvió por ejemplo hace solo dos años a impartir cursos de pantomima y mimo.

1973,  comienza su conexión gallega

Vino entonces a España y llegó  a Madrid el 7 de agosto del 68 “en conexión telepática con los Hermanos Mayores que me dirigen” –dice-  y enseguida se puso a trabajar en el mundo del teatro, la danza y el yoga en Madrid y en otros lugares.

Su conexión con Galicia comenzó en 1973 cuando un catedrático de Historia de la Complutense, gallego y  apellidado Martínez, la contrató para representar un espectáculo titulado Poesía Danzada  en el Centro Gallego de Madrid.   El espectáculo fue un éxito y Martínez le ofreció representarlo por todos los Centros Gallegos de España.  Elsa le contestó que antes necesitaba conocer Galicia y empaparse de su cultura para que su representación tuviese alma.  Vino entonces a Santiago con una carta de presentación para el célebre catedrático de la facultad de Historia Carlos Alonso del Real, quien le organizó unos cursos especiales de etnografía, folklore  y cultura gallega en la USC y en el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento  .  Ya sumergida en la cultura del país, como culminación de su aprendizaje decidió montar un espectáculo para la Universidad, “Cantares Gallegos”, sobre la obra de Rosalía de Castro que estrenó en el 74.

Aposentada en la capital gallega, en ese año 1974  empezó su andadura como profesora de yoga, danza, gimnasia, expresión corporal, etc., tanto para niños como para adultos.  Daba clases en locales que alquilaba, como en la calle Pelamios o en  Pontepedriña,  o en diversas asociaciones y centros, entre otros en la escuela Maestro Mateo, en Vite y en Conxo, en la Residencia de Ancianos, en la Asociación de Amas de Casa,  en la Asociación Teiraboa o en la Fundación Eugenio Granell.   También en el gimnasio Espagat en diferentes etapas y en el Kai Dan tras su inauguración en diciembre del 78.  Al tiempo viajaba y daba cursos puntuales, como en el 78 y en el 93 en Vigo en las Escuelas Nieto y Maestro Goldar y en la Sala Carral;  en Cambados y en Ordes o,  fuera de Galicia,  en Valladolid en donde dio yoga a las monjas de clausura del Monasterio de Santa María La Real La Mayor y en la Escuela de Verano de  Profesorado de EGB de toda España en esa misma ciudad.

elsa clases en Valladolid

Elsa Pagano en una de sus clases en Valladolid

El Centro de Danza y la conexión USA

En el 76 inauguró un centro  propio en las Galerías entre la Rúa Nova de Abaixo y Rosalía de Castro  que  bautizó como Centro de Danza  y en donde además de yoga y todo lo demás también impartía bailes de salón.  También dio clases de yoga terapéutico a sordomudos en el colegio de San Caetano,  en donde ahora está la Xunta, o a embarazadas.

Fue a Estados Unidos en diferentes ocasiones pues allí reside su hijo.  En una de ellas, con una subvención de la Xunta, se formó en Nueva York como profesora de danza clásica egipcia y Belly Dance  entre 1989 y 1992.   Durante su estancia también dio clases de yoga en New Jersey y en Manhatan y participó en una gran ceremonia budista en el Metropolitan de Nueva York C.  junto con Richard Gere.    Por tercera vez estaba en Nueva York en el 2001 cuando tuvo lugar el atentado de  las torres gemelas.

En el 84/85 estuvo con diferentes lamas en el Centro de Estudios Tibetanos de Barcelona, en donde se inició con significados lamas de la escuela Mahayama en el concepto budista de la compasión, la base del pensamiento del Dalai Lama.

Metafísica budista

El yoga que enseña Elsa dice que siempre consistió en un yoga tradicional,  que trata de desarrollar las capacidades y energías espirituales.   Se basa en el tantra yoga  y mezcla asanas de hatha yoga tradicional con ejercicios de control mental.  Posteriormente incorporó metafísica budista.  Desde que estuvo con los lamas incide más en esta componente metafísica en las clases individuales que continúa dando a escogidos alumnos.    Entre los recuerdos que hilvana no faltan tampoco los malos y así rememora algunos episodios desagradables sobre todo al principio de su estancia en Santiago, cuando por ignorancia decían algunos que era una bruja o que pretendía formar una secta.  También tuvo una experiencia violenta cuando la empujaron al salir de su centro de baile en las galerías y sufrió diversas heridas al romperse la luna del escaparate contra la que cayó.

Las fechas y lugares que maneja Elsa parecen en algunos momentos vagos  y tras la larga charla que mantuvimos me envió un currículo que ofreceremos a los interesados en posteriores investigaciones por si quieren precisar.

Elsa sigue en activo, como queda dicho.  Si alguien quiere una clase individualizada, modalidad a la que se dedica ahora,  puede solicitarla T /  881123697.  Email: taller1avatar@gmail.com. Facebook:  https://www.facebook.com/search/top/?q=elsa%20beatriz%20pagano

Como un regalo, de su Facebook sacamos esta entrada, “el mantra de oro, el más poderoso y secreto del mundo”

 

 

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Manuel Rodríguez, «Ananda», en el pub Momo

-Manuel Rodríguez “Ananda”, la felicidad sin objeto.

Ananda fue para muchos el primer referente del yoga en Compostela.  Según nos cuenta,  su alias significa  una de las tres cualidades raíz del Ser, a saber:   Sat,  ser no-dual;  Chit,  consciencia  y Ananda, dicha, felicidad sin objeto.  Este nombre yóguico se lo pusieron en la comunidad Arco Iris   y luego se lo confirmaría en la India el mismo Osho    durante su iniciación de sannyas o de buscadores de la verdad en su ashram de la India.   La charla con Manuel transcurrió una tarde en el pub Momo; su propietario, Javier, es madrileño y también practicante de yoga, discípulo de Danilo Hernández, el autor del célebre libro “Claves del Yoga”.  Va a Madrid a verlo de vez en cuando y le da directrices para su práctica.

Ananda,  o Manuel,  tiene 63 años.  Nació en una aldea cerca de Portomarín (Lugo) pero vivió muchos años en Barakaldo (Euskadi), algunos en Navarra y cortas temporadas en Granada y Barcelona.  Fue en Barakaldo donde a los 16 años se vio fuertemente estimulado en unas tertulias de buscadores que leían a Gurdieff,  Blavastky,  Krisnhamurti,  etc.  y practicaban una amalgama de técnicas que iban desde los viajes astrales a la bakthi yoga que traían a Bilbao los premies o “amantes de Dios”,  miembros de la Divina Misión de la Luz  del guru Maharachi.     Manuel estudiaba con los rosacruces  y se interesaba  por el raja yoga, viéndose muy influido por la forma en que Antonio Blay , hoy reconocido como  precursor de la Psicología Transpersonal en España,  transmitía su experiencia.  Después fue alumno y luego ayudante  del centro de yoga Dharma en Bilbao cuyo director era discípulo del tántrico Kalyan Coll y también seguidor de la línea de Babji-Yogananda .  Más tarde conectó con  el yoga kundalini  del centro Shâdana de San Sebastián y a partir de ahí  la aventura y ruptura con los esquemas sociales tradicionales que le supuso vivir desde sus inicios y durante cuatro años en la Comunidad tántrica Arco Iris fundada por Emilio Fiel   En ella, entre otras muchas prácticas  se instruyó como facilitador de Vichara  , la autoindagación basada en las enseñanzas de Ramana Maharsi .

En esa época, año 80,  viajó a La India, visitando lugares sagrados y asrhams,   especialmente el de Osho en Puna.   Allí compartió con otros compañeros una cabaña de bambú  durante un par de meses cerca de la comuna para presenciar las charlas matutinas de Osho y practicar las meditaciones dinámicas,  recibiendo su darshan (percepción) directo.  Eso fue, recuerda Manuel con admiración, poco antes de que  Osho se trasladara a Estados Unidos y viviera allí  su etapa más polémica.  “ Cuando te hablaba personalmente en la iniciación  sentías que lo hacía de corazón a corazón, con una presencia plena en el instante.   Sólo le interesaba tu comprensión.”

A Galicia en carro

-¿Cómo fue que volviste a Galicia?

En el otoño del 82 llegé a Santiago peregrinando en un carromato antiguo tirado por una mula desde Jaén, vía Madrid, Burgos, Camino Francés… Junto a un hermano, una amiga y un perro, haciendo teatrillo de guiñol por pueblos durante varios meses.  Conocí a Palmira en Santiago y me quedé  en Galicia.

Ananda comenzó a dar clases de yoga en Vigo en el 84.  Las daba en la Universidad Popular, antigua Escuela de Artes y Oficios, y organizaba encuentros de fin de semana en Bueu con diversas prácticas dinámicas y de  meditación,  estilo Arco Iris.  También realizaba en Vigo un programa semanal de radio, “El jardín de los secretos”, sobre vida alternativa, plantas medicinales y tradiciones espirituales mientras  pasaba temporadas en una cabaña que se había hecho en la isla de Ons.

montaxe tipi xuño 1986

Construcción del «tipi» de Xuño

tipi en xuño 1986

El «tipi» terminado

El tipi de Xuño

En el 86, su amigo Carlos Montaña, al que había conocido en Arco Iris, le invitó a Xuño y el sitio le fascinó.    Al pie de la laguna de San Pedro “lugar mágico” –nos dice- , decidió construir junto a su compañera Palmira  un tipi indio de  siete metros  de diámetro el círculo  interior y otros siete  de alto.   Allí, con la ayuda de Carlos, profesores amigos de éste, Ramiro y Rosa (ver en el próximo post Espagat) , la enfermera Belia  y otros organizó encuentros de vida natural y juegos con niños y con adultos de  yoga, de tai chi, meditación,  etc…

“Fue una época de energía vibrante, de camaradería y vivir al día. Compartíamos cosas que, entonces, eran muy minoritarias, una auténtica novedad, en Galicia” , dice nostálgico.

-Y acabaste en Santiago…

Durmiendo en el tipi tuve un sueño lúcido en el cual estaba haciendo vidrieras. Me enteré que en Santiago había un señor que  aunque era bombero  también hacia vidrieras y enseñaba.  Y desde el 87 esa ha sido mi profesión, de la que he vivido como autónomo, artesano de vidrieras artísticas.  El yoga y la meditación siempre las hice por compartir, sin ánimo de lucro.  Y esto surgía de forma  espontánea.  Comencé con un grupo en el Spagat porque un empleado de correos vio que en aquella época en mi DNI ponía profesor de yoga. Luego en la escuela de teatro Espacio Aberto donde estuve 22 años.  Les agradezco mucho haberme ofrecido una sala y las flores que ponía Carlos para que nos sintiéramos en buena onda.

-¿Qué tipo de yoga hacías?

Una síntesis personal, dependiendo del grupo y el momento:  hatha, raja, chakras, meditaciones activas, mantras, contemplación… Mi mayor interés era compartir la experiencia de la presencia consciente, la unidad de todo que subyace a la tensión que induce la aparente separatividad de la personalidad… A su vez,  el contacto con la gente era una manera de recordarme y mantenerme en esa consciencia.  Y estimularme de vez en cuando asistir como alumno a algunos retiros.

-Lo dejaste, ya no das clases…

Tuve un accidente laboral que me impidió continuar y aunque me recuperé muy bien ya no volví.  Como me dijo un día Denyse, “ya has cumplido”. Aunque yo creo que las cosas suceden, son  y no hay nadie que tenga que cumplir con tarea alguna. Todo es la Vida siendo.  

-Creaste escuela.  Algunos profesores actuales o pasados fueron alumnos tuyos.

Si, Denyse Husson, Mara Gutiérrez, Joaquina del ecocentro Eira… Si, compartimos buenos momentos de silencio. Luego ellas, como sabias que son, continuaron su formación con otros profesores y escuelas. A ellas y a muchas otras que son una luz silenciosa en medio de la contaminación mental tengo que agradecerles su presencia. Pienso ahora mismo en Luisa María, Sergio, Javier, Pencha, Carlos de Ferrol…un ciento.

-Hoy ya hay mucha gente ofreciendo clases.  ¿Cómo lo ves?  ¿Es solo una moda?

-No es una moda, lo que se demuestra es la utilidad del yoga. Admiro a las personas que abren un centro y a base de dar un montón de clases para mantenerlo ayudan a mejorar la vida de quienes acuden a ellos.  Sin duda es una terapia formidable para combatir en el día a día el estrés, el insomnio, cefaleas…un sinfín de dolencias, y, sobre todo, la confusión mental que aboca al sufrimiento psicológico.

-Dices  que continuaste acudiendo a cursos,  háblanos algo de eso.

-Fue sobre todo en los noventa.  Vipassana con Dhiravamsa o enseñanzas y prácticas con ramas del budismo tibetano, especialmente en Dag Shang Kagyu, en Panillo, Huesca, donde mi cerebro volvió a alinearse con la creatividad relacionada con la escritura, pospuesta por años.

¿Practicas actualmente?

Si tengo que hacer una canalización o armonización energética, antes practico un mantra dzogchén   y contemplación, para estimular la pineal e incrementar la actividad bioenergética, pero creo que lo esencial es estar en lo que realmente eres, más allá de la forma y el nombre.  Si no vives esto la práctica se puede convertir en “pienso para que rumie y engorde” el supuesto hacedor, un fantasma.  Seguir a alguien o integrarte en una escuela o tradición si es un acto de amor , es hermoso pero ellas mismas lo han dicho: sólo en el corazón interior, en el silencio, está la fuente de la unidad. Ahora mismo la Vida real está aquí, es lo que somos y si me identifico con ésta pequeña historia personal que estoy compartiendo contigo entro en el sueño de la separación, de la matrix. Neti, neti, no soy eso ni nada que pueda decirse ni siquiera percibirse. No hay practicante. 

-Has publicado dos novelas.  ¿Habrá más?

No son de temática yóguica.  Se intercalan la aventura, la espiritualidad y el tema socio-económico. “El Buda de Hielo”   y “Mujer Baraka”  en ebook en Amazón y en papel en la española Bubok. Un juego más, de comunicación.  No sé si habrá más.

Para terminar nos recomienda una película que le gustó  mucho:  Samsara  https://www.youtube.com/watch?v=06Rrs_XdDXA

 

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